Esta emblemática ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad, alberga dos icónicas catedrales, popularmente referidas como la antigua y la moderna. En este artículo, nos centraremos en la Catedral Nueva, que destaca por combinar estilos arquitectónicos como el gótico tardío, el renacentista y el barroco. Fue erigida entre los años 1512 y 1733.
Interesantemente, la construcción de la Catedral Nueva no significó el derribo de la vieja, que continuó en pie y en función mientras se edificaba la nueva. Una vez finalizadas las construcciones, se optó por conservar ambas, resultando en que comparten un muro en la actualidad.
El crecimiento poblacional de Salamanca, impulsado en gran medida por su universidad, evidenció la necesidad de una catedral adicional. El encargo para este imponente proyecto fue otorgado por Fernando el Católico a los arquitectos Antón Egas y Alonso Rodríguez. En 1887, la catedral fue proclamada Monumento Nacional.
En 1755, el 1 de noviembre, un potente sismo sacudió Lisboa. A pesar de la distancia, Salamanca no fue ajena a sus efectos. La catedral sufrió daños significativos, desde vidrieras fracturadas hasta grietas estructurales. La magnitud del daño en la cúpula llevó a su restauración.
El campanario, seriamente afectado y ligeramente inclinado debido al terremoto, estuvo en la mira para ser demolido. Sin embargo, se optó por consolidarlo mediante cadenas revestidas de piedra. Cada 31 de octubre, se conmemora este evento con la tradicional figura del "Mariquelo", que en 2021 realizó un vuelo con nosotros hasta el pináculo del campanario.
Desde la perspectiva de un globo, la catedral resalta imponentemente, beneficiada por su localización estratégica y sus grandes dimensiones. Es uno de los recintos religiosos más vastos de España, con su torre campanario erigiéndose a 110 metros.
Situada cerca del río, la catedral es una figura distintiva en el horizonte salmantino. A bordo del globo, se aprecia su diseño rectangular, que alberga tres naves principales y dos adicionales destinadas a capillas.
Al volar, la Catedral Nueva actúa como un punto de referencia, facilitando la identificación del punto de inicio y la disposición de otros sitios icónicos en la ciudad.